domingo, 2 de diciembre de 2007

Razones de pobreza en Perú

-El ritmo de crecimiento económico ha mostrado muchos altibajos. No ha permitido que los ingresos fiscales (y por lo tanto, la capacidad de gasto) sean estables. -El marco institucional muestra aspectos positivos, pero también negativos. Simplificando, puede sostenerse que el gobierno ejecuta dos tipos de programas sociales: a)De alivio de la pobreza, que son de corto plazo y tienen naturaleza temporal. Se dan vía Foncodes y diversos programas (como el Vaso de Leche, apoyo alimentario, etc), agrupados en los ministerios de la Presidencia y de la Mujer. b)De superación de la pobreza, con una óptica de largo plazo y que involucran inversión en capital humano y a ministerios como el de Salud y el de Educación. Debido a este esquema algunos programas se duplican y, en general, se reduce la eficiencia. Prueba de lo anterior es la forma cómo se ha distribuido el gasto social. En los rubros más importantes, como agua potable, electricidad, atención en salud y educación, hay un sesgo pro urbano, a pesar de que la mayoría de los más pobres son rurales. En promedio, entre 1994 y 1997, el 63% del gasto social se ha dirigido a sectores urbanos y sólo el 37% a sectores rurales. Adicionalmente, el 20% más pobre de la población se ha beneficiado con el 20%, en promedio, del gasto social del gobierno. Mientras, el 20% más rico del país también ha recibido, aproximadamente el 20% de este gasto. La distribución no ha sido lo suficientemente progresiva. -En el sector Educación se aprecia la regresividad. Del total de gasto público educativo en educación primaria, el 19.4% se ha dirigido al 20% más rico de la población; en secundaria, el porcentaje sube a 36.9% y en educación superior llega a 53.1%. -El 20% más pobre recibe sólo el 14.1% del gasto total en educación primaria, el 7.0% en educación secundaria y sólo el 2.5% en superior. El mismo patrón se observa en Salud. Lo anterior no debe llevar a pensar, ni remotamente, en un retorno al populismo. No hay que olvidar que los gastos en Educación y Salud disminuyeron en más de 15%, en términos reales, entre 1985 y 1990. Los equilibrios sociales no pueden lograrse a costa de los desequilibrios macroeconómicos.